miércoles, 25 de enero de 2017

TRUMP: ¿EL RESURGIMIENTO DE LOS ESTADOS NACIONALES?


Ya salio del Tratado Transpacífico TTP (pacto que busca consolidar las mejores condiciones para la hegemonía  del capital transnacional), pone foco en la protección de la producción estadounidense, la búsqueda de empleo genuino para el pueblo de USA y una reconfiguración de alianzas internacionales, ¿Trump es hoy la consecuencia de una globalización que agoniza.

Por Juan Francisco Rasso.

Pensar a Trump

Uno bien puede asumir la posición de que ningún presidente de los Estados Unidos puede representar nada positivo y  sostener por lo tanto una actitud escéptica e incluso de oposición, y es probable que sea cierto. Sin embargo, el recién asumido presidente fue electo, hasta donde sabemos, en elecciones donde se pusieron en disputa dos proyectos, y hay una discusión a la que no deberíamos escapar, que ha llegado incluso a poner en crisis el sistema de representación política de los últimos cuarenta años en ese país, y más aun, cuando el proyecto que fue derrotado en elecciones viene movilizando sus recursos para deslegitimar el gobierno de Trump desde el minuto cero.

Mas allá de la discusión en torno a la figura de Trump e incluso de lo que se puede esperar de su gobierno, que lo abordaremos, sostenemos que el proyecto del stablishment, de los poderes concentrados, por nombrar algunos:  de Wall Street, de La FED, el complejo Industrial Militar, el de instituciones como el  Council on Foreing Relations, el AIPAC, de las corporaciones económicas que operan con la lógica y el poder que excede al de muchos Estados Nacionales, el proyecto Liberal Globalizador, era el que encabezaba Hillary Clinton, uno de sus principales cuadros. Trump, en cambio, así un mega empresario de ribetes mafiosos, tosco y de gestos brutales, es un “Outsider”, alguien que viene de afuera y denunciando este sistema cuasi privado de corporaciones y empleados políticos, que conforman el sistema de poder y toma de decisiones en EEUU desde hace por lo menos, o más definidamente desde,  los últimos 40 años. Trump, no es lo más agradable defenderlo de esta manera pero es una realidad, es el mismo una corporación, hizo su fortuna de forma que no hace a la moral del Hombre Nuevo, pero sin vender la influencia del gobierno de los EEUU a los agentes extranjeros como lo hacen sus rivales,  y se pagó el, en gran parte, su campaña, de modo que en principio no debería gobernar para devolver los favores a quienes lo pusieron en ese cargo. Esto ya es una novedad muy grande en un sistema político donde el “Fundraising” ocupa un lugar central.  Tuvo que ganar primero la interna republicana, donde todos los recursos estaban puestos en sus rivales, Jeb Bush, Ted Cruz, John Kasich, Marco Rubio (con el apoyo ni más ni menos que de Paul Singer) y que hasta último momento, ya nominado, antes de las elecciones generales muchos de los representantes de las corporaciones dentro de su partido, se negaban a prestarle su apoyo.  Pero ganó, por que tenia los votos, más allá de la caricaturización de su mensaje (que es cierto el deja trascender y también colabora) centrado en la cuestión migrante y de las minorías, era un mensaje que canalizaba el descontento, la crisis social y económica de su país, agudizada tras la crisis del capitalismo en 2008,  que es la crisis del liberalismo globalizador, des regulación económico- financiera, y que El Gobierno Demócrata, a pesar de algunos datos macro, que hablan de recuperación, agudizó, puesto que agudizó la concentración económica y redujo la participación del trabajo en el PBI. El mensaje de campaña de Trump estaba puesto en el trabajo, la generación de empleo y la posibilidad de asenso social, valores fundacionales de la sociedad norteamericana, truncados en los últimos años.  Además, en cuanto  a la política exterior, apuntaba a capitalizar lo que Mearsheimer señala como: “un cansancio más que justificado de la mayoría de los estadounidenses por los problemas del resto del mundo y una exigencia de un reordenamiento de los esfuerzos y recursos para atender los asuntos internos (…) y que responsabilizan por esto a la extensa serie de intervenciones contraproducentes, fomentadas por la gran estrategia de hegemonía liberal”.

Trump gano las elecciones contra todos los medios de comunicación, contra los recursos de las corporaciones, contra las encuestadoras,  etc.  Con un discurso productivista, señalando a las “Elites”, denunciando los Acuerdos de Libre Comercio como generadores de desempleo, condenando a la corporaciones estadounidenses que al trasladar la producción de bienes  y servicios que venden a los estadounidenses, al sudeste asiático, o a donde sea que se les garanticen menores “costos laborales”  su factura salarial disminuye, se resiente el mercado interno y el dinero pagado anteriormente en los ingresos de la clase media, se va en bonos de los ejecutivos, dividendos y ganancias de capital a los accionistas.  Claro que Trump puso énfasis en la inmigración, y sobre todo la inmigración ilegal, pero la contracara es el vaciamiento económico en los EEUU. Ambos, juntos, son un coctel explosivo que supo identificar.

Por otro lado, declaró textualmente: “antes de Hillary, el ISIS ni siquiera estaba en el mapa. Libia estaba estable. Egipto era pacifico. En Irak se estaba reduciendo mucho la violencia. Irán estaba siendo sacudido por las sanciones. Siria estaba bastante bajo control.” Aquí habría que añadir Ucrania, y sobre Irán, agregaremos algo más adelante.  Lo cierto es que su lema de campaña, respecto a la política exterior era el de sustituir el “Globalismo, por el Americanismo”. Esto ya es para prestarle atención.

Pero antes, debe entenderse una cosa: La Sociedad Postmoderna se caracteriza por los lazos sociales fragmentados, el  relativismo, el materialismo, la des-territorialización  y el globalismo. Este es el terreno sociocultural donde se mueve el liberalismo, o el neo liberalismo. El desarrollo histórico es a partir del individuo, no del grupo. Se impone la razón utilitaria, por sobre la tradición o incluso la religión. La tendencia hacia la sociedad como un agregado impersonal, casi mecánico. Serán validas las reivindicaciones de las distintas minorías, pero no de las grandes mayorías. Hay una separación de los individuos de las estructuras comunales, lo que antes eran aldeas, gremios o iglesias. Cualquier expresión política que se aparte de esto, será tachado de no valido, populista, fascista, anti-sistema. Porque no hay libertad para no ser liberal. Al interior de estos Estados “post históricos”, existe el mito de la no conflictividad, así como al exterior, el mito de la igualdad en el sistema internacional, cada actor tiene el mismo peso, los mismo derechos y se convive en un sistema regido por normas e instituciones y con el comercio como el principal regulador de la dinámica entre los Estados y los actores no estatales, en vistas a otro mito: el del progreso indefinido, el camino hacia la eternización del Estado Universal Homogeneizante. Aquí no debe haber conflicto, si hay conflicto es a causa de aquellos Estados que no han entrado aún en la categoría de post históricos, son  países aun “históricos” y el principal problema aquí: los nacionalismos o la religión.  El problema con Trump para las Elites trasnacionales, es que lleve de nuevo al País a la instancia de “Histórico”.

Aquí una pequeña digresión, porque si bien como decimos la sociedad liberal global debe ser secular, la sociedad norteamericana y las elites dirigentes en particular, son muy religiosas. Y puede pensarse que en Trump se manifiesta ese sentido, muy habitual en los últimos años, de superioridad espiritual, expresado en el “Dios con nosotros”, pero no es así. Y aquí también hay un clivaje, pero ese sector, que es el sector calvinista, y la ideología puritana estaba expresado en el bando que encabezaba Hillary Clinton, mientras que Trump está más ligado a los sectores luteranos, católicos y ortodoxos. Los calvinistas que son los que se consideran espiritualmente superiores, y que desde los tiempos de Oliver Cromwell en el siglo XVII tienen tendencia a asociarse al sionismo, fenómeno religioso y político que también asume una superioridad espiritual, racial y cultural,  han apoyado a Carter, Reagan, George Bush, Bill Clinton, George W. Bush, Obama, y en las pasadas elecciones dieron sus votos a Hillary, que es una de ellos.

Pero volvamos a la política domestica norteamericana. Decíamos que se viene de unos años realmente muy malos para las grandes mayorías, con desempleo creciente, cierre y relocalización de fabricas, donde el Estado ha intervenido y se ha endeudado para inyectarle mas dinero, a los Bancos, donde en términos nominales se ha recuperado en algunos niveles de la crisis de 2008, pero si se mira bien, la participación del Trabajo en el PBI ha disminuido, los ricos se han vuelto más ricos, y la desigualdad creció. Las propuestas redistributivas de Obama no fueron tales, la reforma del sistema de salud quedo bastante a mitad de camino y con la sospecha de que en el medio se beneficiaba a las aseguradoras privadas, mientras que Hillary venia por más, con el plan de privatizar el sistema de seguridad social. Se venía registrando un aumento de la violencia social y cierta crisis en la seguridad ciudadana, que Trump supo explotar y agitando el vínculo de la inmigración con los hechos de delincuencia, pero no es menos cierto que Obama se fue con el record de deportaciones.  Por lo que sostenemos que el triunfo de Trump, expresa la crisis económica y social  en su país. Sus votantes no votaron en contra de los inmigrantes, ni movidos por la islamofobia, ni en contra  de las minorías, que por cierto en gran número apoyaron a Trump, votaron en contra del Neoliberalismo.  ¿Boicotear su gobierno, a quién beneficia?

Atención, no se nos escapa que el programa para la recuperación económica que platea Trump, es el del “Incentivo a la Oferta”, o sea apunta a bajar los impuestos, y costos laborales de las corporaciones que decidan invertir en EEUU. Así planteado nada bueno puede surgir de este tipo de propuestas. Pero al parecer también tiene en mente otro tipo de incentivos, o por lo menos son los únicos que hasta el momento le conocimos: llamar a la Ford y a la empresa Carrier, y apretarlas para que no instalen su producción en México, y que lo hagan en territorio norteamericano bajo apercibimiento  de que les impondría aranceles tan altos para ingresar sus bienes a los EEUU que perderían competitividad. Es otra forma de incentivar a la oferta y la generación de empleo, desde una perspectiva nacional y popular, ¿podríamos estar en contra de una actitud de esta naturaleza? Por otro lado, plantea un aumento del salario mínimo, bajar el precio de los medicamentos, programas para las personas en situación de calle y reformas fiscales para los pequeños contribuyentes. Esto sumado a un ambicioso proyecto de inversión en  obra pública y planes de viviendas. Por último a destacar: una reforma del sistema financiero que apunta a dividir la banca tradicional de los bancos de inversiones, con el objetivo de evitar las especulaciones riesgosas de los primeros.  Claro que esto no tiene mucha prensa, pero ya a esta altura podemos afirmar que o tiene éxito y realmente se apoya en los sectores mayoritarios, o no va a durar.

Respecto de los medios de comunicación, mucho mas no hace falta agregar de un presidente que está enfrentado directamente con ellos. Sabemos que los medios masivos son el partido político de los poderes concentrados, y los han atacado desde el inicio. Si, es de hacer notar la táctica de Trump de prescindir de ellos, de esa “inter-mediación” para su comunicación, apoyándose en las redes sociales.    


                                                                            Pasemos a la Política Internacional

Aquí también los análisis tradicionales incurren en presentar a Trump, como una línea dura y belicista en política exterior. Cuando los verdaderos halcones, son los que perdieron las elecciones. Incluso algo más que Obama, ya que  Hillary Clinton, con colaboradores de la calaña de Jeffrey Feltman, Samantha Power, Madeleine Albright, Victoria Nuland, los generales Petraeus y Allen, todos miembros o cercanos a los que se conoce como el “Proyecto Para un Nuevo Siglo Americano”, llegaban incluso a conspirar a sus espaldas para precipitar un conflicto con la Federación Rusa, aunque si coincidían con el ex presidente y el secretario de Estado John Kerry en el resto de la política exterior:   Fueron los responsables de las intervenciones y devastación de Libia, de sabotear la restauración de Irak, fueron los que estuvieron detrás de la manipulación conocida como “Las Primaveras Árabes”  orquestadas a través de la Hermandad Musulmana, madre de todas las organizaciones terroristas, con vínculos con las agencias de inteligencia norteamericanas e Inglesas desde los años `50 y con quienes Hillary Clinton, al parecer como nos enteramos, intercambiaba mails.  Por supuesto protagonistas en el plan de destrucción de la Republica Árabe de Siria, en un plan que contemplaba la partición de su territorio junto con el de Irak, para cambiar el mapa de medio oriente, favoreciendo la geopolítica de Israel, Turquía (que al parecer, ahora, se estaría dando vuelta), las monarquías sunitas del golfo, por supuesto los intereses energéticos de EEUU y la UE, debilitar el bloque Chiita o cercano a Irán y Rusia, y dificultar el accionar de la Republica Popular China en la región en su búsqueda de recursos y fundamentalmente en la construcción de la que se conoce como la “nueva Ruta de la Seda”, (una de las dos) rutas comerciales terrestres que unen el Territorio de China con Occidente, particularmente con la UE. La otra ruta de la seda es por el norte, e involucra a Ucrania. Por supuesto que los halcones en su versión demócrata fueron los responsables de la crisis en ese país, y obstruir esa vía comercial estaba en los planes, aunque también inciden, por supuesto intereses más concretos y en relación a la Federación Rusa, como señalaba Brzezinski: “Sin Ucrania, Rusia deja de ser un imperio Euroasiático” forzar el quiebre entre estos países responde a intereses energético y a esas razones geopolíticas, aislar a Rusia de Europa, y en eso trabajaron los funcionarios de departamento de Estado y las agencias de inteligencia.  
    
Irán, mucho se habla de la política del recién asumido presidente respecto de la nación persa. Puntualmente se hace referencia al nuevo secretario de Defensa, el general James Mattis, el monje soldado, quien tiene el perfil de un intelectual de la guerra, cercano a Think Tanks bancados por Arabia Saudita, y que en los últimos tiempos se ha dedicado a denunciar los peligros que representa la revolución Iraní y ha llamado a hacerle la guerra. Esto es cierto,  también lo es que Donald Trump viene denunciando el acuerdo nuclear de los  5+1 con Irán y el levantamiento de las sanciones en su contra. Pero estará por verse cuanto se avanza en este sentido, ya que podría complicar la relación con Rusia y la buena predisposición que se tiene para dar solución al desastre en Siria, promovido por la anterior administración. Recordemos que ese país aun se encuentra en pie y viene avanzando, haciendo retroceder a los fuerzas terroristas y mercenarias, promovidas y protegidas por EEUU y sus socios, es gracias al accionar primero del Ejercito de la Republica Árabe de Siria, y de la colaboración de La Federación Rusa (Siria es entre otras cosas el país donde Rusia tiene su única base naval en el exterior, que le otorga salida al mediterráneo) junto con la Guardia Revolucionaria Iraní y las milicias de Hezbollah.        

El acuerdo con Irán que impulso Obama tenía también otra lógica: ponerlo a competir en la producción de hidrocarburos con Rusia, y favorecer el abastecimiento de estos recursos para aliados de los EEUU en la  región como la India, o incluso Japón.  Y en parte esto le salió bien. A pesar de que Irán viene afianzando su relación política con Rusia y la republica Popular China. Por lo demás hay que decir que ese acuerdo fue muy boicoteado con una facción del anterior gobierno. Del general Mattis, comandante del Centcom (a cargo de Medio Oriente) durante los años 2010-13, también hay que decir que sonó bastante fuerte dentro del Partido Republicano, un tiempo antes de la nominación de Trump, como un candidato que podría alcázar el consenso necesario para evitar justamente la candidatura del actual presidente. Por lo que haberle dado ese cargo dentro su gabinete debe entenderse también desde la política. 

Por otro lado es importante señalar que más allá del secretario de Defensa, un cargo clave será el del Consejero de Seguridad Nacional, el general Flynn, quien fuera director de la DIA, agencia de inteligencia militar, durante el gobierno de Obama. Y que a pesar de que la prensa le hace fama de Islamofobico, lo cierto es que se fue del anterior gobierno, denunciando su  complicidad con el Estado Islámico (un audio recientemente filtrado de John Kerry conversando con representantes de los “rebeldes” sirios también lo confirma). Flynn centralizará ahora la producción de de toda la comunidad de inteligencia de los EEUU. Además pretende llevar adelante una reforma del sistema de inteligencia, básicamente volver a un sistema de producción de informes, en lugar de efectistas presentaciones, y donde los analistas tengan que confrontar entre si sus percepciones. A fin de evitar la manipulación de los tomadores de decisión.  

Respecto de Israel, la posición de Trump si es preocupante. Si bien en campaña se mostro algo zigzagueante en relación al principal aliado (y el lobby de presión más poderoso) de los EEUU en Medio Oriente, al comienzo de su gobierno, por lo menos en las declaraciones se ha mostrado bastante cercano. Sobre todo a partir de un episodio en los días finales del gobierno de Obama, cuando su gobierno se abstuvo en la votación del Consejo de Seguridad de la ONU, y dejo en pie la resolución de ese organismo que condena los asentamientos ilegales en palestina.  Más allá de que la abstención en la ONU, pueda entenderse como “un gusto personal” que se dio Obama, quien había mantenido una muy mala relación con Netanyahu, su par Israelí, fundamentalmente por el acuerdo con Irán, y con la intención de dejarle ese problema a su sucesor, un apoyo explicito de los EEUU a la expansión israelí, sería un gran problema.

De cualquier manera, la visión en política internacional que se perfila en el gobierno de Trump, es la de volver a la Escuela Realista, que en grandes términos, defiende la idea de un orden internacional en Base a los Estados Nación y que había sido relegada en los últimos años por la “democratización global” llevada adelante por los Neo Con y los Liberales.  

China.  Es el actor que se perfila como el principal “enemigo” a enfrentar en el gobierno de Trump. En el marco del regreso de los conflictos o las dinámicas entre “grandes poderes”, y atendiendo a las capacidades que viene desarrollado el gigante asiático, EEUU es probable que busque impedir que China se convierta en un hegemon en el continente asiático, por lo que deberá contar entonces con sus vecinos, algunos como Japón, principalmente, aliados de los EEUU, o países de menores capacidades como Vietnam, Malasia o Singapur (por el momento no podrá contar con Filipinas, con una posición cercana a China tras el cambio de gobierno) que mantienen diferendos territoriales con China, buscarán abroquelarse en conjunto, para resistir ser “absorbidos” por el crecimiento económico y la expansión de este ultimo y bregar por que se refuerce la presencia militar norteamericana, funcionando  como contrapeso. Por lo que el mar del sur de la China puede ser el escenario de mayores conflictos en los próximos años. China que viene desarrollando en los últimos años su marina, buscara asegurarse en control de ese zona, custodiada por la Séptima Flota de los EEUU, que se es vital como zona de tránsito (de recursos energético y alimenticios) y fuente de recursos energéticos.  Sin embargo la disuasión nuclear, va a seguir funcionando entre los dos grandes, aunque si se pueden esperar algunas escaramuzas, o Guerras Proxy, como se les dicen.   

Pero la verdadera guerra que se espera es la guerra comercial entre ambos. Pero ¿cómo puede pensarse una competencia de este estilo? Los Estados Unidos no podrían nunca estar en condiciones de competir con los costos laborales de China,  una de sus principales fuentes de su “competitividad” aunque no es la única (ha avanzado muchísimo en desarrollo científico tecnológico, por dar un ejemplo), pero el hecho es que aun los Estados Unidos bajando el precio de su mano de obra, se estaría infligiendo un gran daño, pues afectaría la capacidad de consumo de su propia población, de su propio mercado. Por lo que lo que puede esperarse, es la vuelta al proteccionismo económico y a sistemas de aranceles (como el programa de sus padres fundadores), en ese caso, perdería “autoridad moral” para querer imponerle al resto del mundo y a países menos desarrollados la apertura comercial y el libre mercado. Se podría dar paso de esa manera a un mundo donde cobren mayor relevancia, los Estados Nación, las políticas regulatorias, y los bloques regionales. Cosa que no estaría nada mal.

Respecto de América Latina, lo que podemos señalar está muy relacionado con lo anterior. Una de las primeras medidas que tomó, tal como lo había anunciado en campaña, fue retirarse del TTP. Y es la mejor noticia para la región, por lo menos desde octubre 2015. Los gobiernos neoliberales  de Macri, Temer y Peña Nieto, por nombrar los más característicos,  esperaban y se habían pronunciado por el triunfo de H. Clinton. El giro hacia el proteccionismo económico, la suba de las tasas de interés, les nubla aun más el panorama a gobiernos que apostaban al libre mercado, la movilidad de capitales frescos (y volátiles) en la región y al parecer demoraría aun más la tan esperada lluvia de inversiones.   Claro que siempre existirán los intereses permanentes de los EEUU para el continente, como el de mantenerlo como mercado cautivo, o el de considerarlo su hinterland, su terreno interior, por lo que debe asegurarse de que sea un territorio libre de “Amenazas” para su seguridad. El nombramiento de John Kelly, ex jefe del Comando Sur, despierta fundadas alertas, sobre todo después de las declaraciones respecto de su preocupación de que las vías del narcotráfico para el abastecimiento del mercado de los EEUU, sean utilizados por organizaciones Terroristas. Aun así, por supuesto que la responsabilidad de suscribir acuerdos que vulneren la seguridad y la soberanía de nuestras naciones, queda del lado de nuestros gobiernos. Un buen parámetro será ver cómo evoluciona el acuerdo de Paz en Colombia, si el gobierno de los EEUU se propone o no Boicotearlo, permanece también la duda sobre el destino de la relación con Cuba, es difícil pensar que vaya a retroceder desde donde avanzaron, aunque el lobby anti castrista es muy fuerte, y fue importante para su victoria en Florida. Venezuela, así mismo, será una muestra de lo que viene. De momento el Presidente Maduro se mostro confiado de iniciar una nuevas conversaciones, y “pasar de pagina” respecto de la pésima relación mantenida con los gobiernos anteriores, valiéndose del discurso inaugural de Trump donde indicó que iniciará una nueva etapa de no intervención en los asuntos internos de otros país.  De cualquier forma, el gobierno de Trump se deberá esforzar si pretende ser más dañino para los países de Nuestramerica y superar la serie de intervenciones operadas por los gobiernos demócratas en Honduras, Paraguay, Brasil y las mismas operaciones contra el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.  

Podemos concluir entonces, que la presidencia de Trump se manifiesta como el producto de la crisis económica, social y política en su país. Las líneas que se perfilan en su gobierno, son claramente una ruptura con el ideario neoliberal que parecía hegemónico, y que tendrá grandes consecuencias, tanto al interior de su país, como en el sistema internacional. Claro que sus propuestas de nacionalismo y proteccionismo económico, sumadas a la de plantear la no intervención en cuestiones domesticas de otros países y pasar a un sistema de competencia, pero enmarcado en la estabilidad que proporcionan los Estados Nacionales, no va a ser aceptada sin desatar resistencias, incluso desde los poderes facticos enquistados en su propio Estado, lo que se conoce como el Deep State, o el Estado profundo.  Una clara manifestación de esto, fue la transición de gobierno, que se dio en un clima muy raro, y con una operación, ni más ni menos, que de la CIA, tendiente a deslegitimar la elección, y por lo tanto deslegitimar y condicionar el gobierno que estaba por comenzar. A esto se le suman formas de desestabilización que ya conocemos en nuestros países, con la novedad de que ahora se están dando en el propio Estados Unidos:  bombardeos mediáticos, reproducción y multiplicación del supuesto creciente descontento, al que se le puede sumar aumento del conflicto social, movilizaciones (cacerolazos) en las grandes ciudades (que hacen eje en el terreno sociocultural donde se mueve el liberalismo que mencionamos más arriba), y de ser necesario, ante un congreso de lealtades para nada solidas, siempre estará disponible el recurso al Impeachment. 

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