Ya salio del Tratado Transpacífico TTP (pacto que busca consolidar las mejores condiciones para la hegemonía del capital transnacional), pone foco en la protección de la producción estadounidense, la búsqueda de empleo genuino para el pueblo de USA y una reconfiguración de alianzas internacionales, ¿Trump es hoy la consecuencia de una globalización que agoniza.
Por Juan Francisco Rasso.
Pensar a Trump
Uno bien puede asumir la posición de que ningún
presidente de los Estados Unidos puede representar nada positivo y sostener por lo tanto una actitud escéptica e
incluso de oposición, y es probable que sea cierto. Sin embargo, el recién
asumido presidente fue electo, hasta donde sabemos, en elecciones donde se
pusieron en disputa dos proyectos, y hay una discusión a la que no deberíamos
escapar, que ha llegado incluso a poner en crisis el sistema de representación política
de los últimos cuarenta años en ese país, y más aun, cuando el proyecto que fue
derrotado en elecciones viene movilizando sus recursos para deslegitimar el
gobierno de Trump desde el minuto cero.
Mas allá de la discusión en torno a la figura de Trump e
incluso de lo que se puede esperar de su gobierno, que lo abordaremos,
sostenemos que el proyecto del stablishment, de los poderes concentrados, por
nombrar algunos: de Wall Street, de La
FED, el complejo Industrial Militar, el de instituciones como el Council on Foreing Relations, el AIPAC, de las
corporaciones económicas que operan con la lógica y el poder que excede al de
muchos Estados Nacionales, el proyecto Liberal Globalizador, era el que
encabezaba Hillary Clinton, uno de sus principales cuadros. Trump, en cambio, así
un mega empresario de ribetes mafiosos, tosco y de gestos brutales, es un
“Outsider”, alguien que viene de afuera y denunciando este sistema cuasi
privado de corporaciones y empleados políticos, que conforman el sistema de
poder y toma de decisiones en EEUU desde hace por lo menos, o más definidamente
desde, los últimos 40 años. Trump, no es
lo más agradable defenderlo de esta manera pero es una realidad, es el mismo
una corporación, hizo su fortuna de forma que no hace a la moral del Hombre Nuevo,
pero sin vender la influencia del gobierno de
los EEUU a los agentes extranjeros como
lo hacen sus rivales, y se pagó el, en
gran parte, su campaña, de modo que en principio no debería gobernar para
devolver los favores a quienes lo pusieron en ese cargo. Esto ya es una novedad
muy grande en un sistema político donde el “Fundraising” ocupa un lugar
central. Tuvo que ganar primero la
interna republicana, donde todos los recursos estaban puestos en sus rivales,
Jeb Bush, Ted Cruz, John Kasich, Marco Rubio (con el apoyo ni más ni menos que
de Paul Singer) y que hasta último momento, ya nominado, antes de las
elecciones generales muchos de los representantes de las corporaciones dentro
de su partido, se negaban a prestarle su apoyo.
Pero ganó, por que tenia los votos, más allá de la caricaturización de
su mensaje (que es cierto el deja trascender y también colabora) centrado en la
cuestión migrante y de las minorías, era un mensaje que canalizaba el
descontento, la crisis social y económica de su país, agudizada tras la crisis
del capitalismo en 2008, que es la
crisis del liberalismo globalizador, des regulación económico- financiera, y
que El Gobierno Demócrata, a pesar de algunos datos macro, que hablan de recuperación,
agudizó, puesto que agudizó la concentración económica y redujo la
participación del trabajo en el PBI. El mensaje de campaña de Trump estaba
puesto en el trabajo, la generación de empleo y la posibilidad de asenso
social, valores fundacionales de la sociedad norteamericana, truncados en los
últimos años. Además, en cuanto a la política exterior, apuntaba a capitalizar
lo que Mearsheimer señala como: “un cansancio
más que justificado de la mayoría de los estadounidenses por los problemas del
resto del mundo y una exigencia de un reordenamiento de los esfuerzos y
recursos para atender los asuntos internos (…) y que responsabilizan por esto a
la extensa serie de intervenciones contraproducentes, fomentadas por la gran
estrategia de hegemonía liberal”.
Trump gano las elecciones contra todos
los medios de comunicación, contra los recursos de las corporaciones, contra las
encuestadoras, etc. Con un discurso productivista, señalando a
las “Elites”, denunciando los Acuerdos de Libre Comercio como generadores de
desempleo, condenando a la corporaciones estadounidenses que al trasladar la
producción de bienes y servicios que
venden a los estadounidenses, al sudeste asiático, o a donde sea que se les
garanticen menores “costos laborales” su
factura salarial disminuye, se resiente el mercado interno y el dinero pagado
anteriormente en los ingresos de la clase media, se va en bonos de los
ejecutivos, dividendos y ganancias de capital a los accionistas. Claro que Trump puso énfasis en la
inmigración, y sobre todo la inmigración ilegal, pero la contracara es el
vaciamiento económico en los EEUU. Ambos, juntos, son un coctel explosivo que
supo identificar.
Por otro lado, declaró textualmente: “antes de Hillary, el ISIS ni
siquiera estaba en el mapa. Libia estaba estable. Egipto era pacifico. En Irak
se estaba reduciendo mucho la violencia. Irán estaba siendo sacudido por las sanciones.
Siria estaba bastante bajo control.” Aquí habría
que añadir Ucrania, y sobre Irán, agregaremos algo más adelante. Lo cierto es que su lema de campaña, respecto
a la política exterior era el de sustituir el “Globalismo, por el Americanismo”.
Esto ya es para prestarle atención.
Pero antes, debe entenderse una cosa: La
Sociedad Postmoderna se caracteriza por los lazos sociales fragmentados, el relativismo, el materialismo, la
des-territorialización y el globalismo.
Este es el terreno sociocultural donde se mueve el liberalismo, o el neo
liberalismo. El desarrollo histórico es a partir del individuo, no del grupo.
Se impone la razón utilitaria, por sobre la tradición o incluso la religión. La
tendencia hacia la sociedad como un agregado impersonal, casi mecánico. Serán
validas las reivindicaciones de las distintas minorías, pero no de las grandes
mayorías. Hay una separación de los individuos de las estructuras comunales, lo
que antes eran aldeas, gremios o iglesias. Cualquier expresión política que se
aparte de esto, será tachado de no valido, populista, fascista, anti-sistema.
Porque no hay libertad para no ser liberal. Al interior de estos Estados “post
históricos”, existe el mito de la no conflictividad, así como al exterior, el
mito de la igualdad en el sistema internacional, cada actor tiene el mismo
peso, los mismo derechos y se convive en un sistema regido por normas e
instituciones y con el comercio como el principal regulador de la dinámica
entre los Estados y los actores no estatales, en vistas a otro mito: el del
progreso indefinido, el camino hacia la eternización del Estado Universal
Homogeneizante. Aquí no debe haber conflicto, si hay conflicto es a causa de
aquellos Estados que no han entrado aún en la categoría de post históricos, son
países aun “históricos” y el principal
problema aquí: los nacionalismos o la religión. El problema con Trump para las Elites trasnacionales,
es que lleve de nuevo al País a la instancia de “Histórico”.
Aquí una pequeña digresión, porque si
bien como decimos la sociedad liberal global debe ser secular, la sociedad
norteamericana y las elites dirigentes en particular, son muy religiosas. Y puede
pensarse que en Trump se manifiesta ese sentido, muy habitual en los últimos
años, de superioridad espiritual, expresado en el “Dios con nosotros”, pero no
es así. Y aquí también hay un clivaje, pero ese sector, que es el sector
calvinista, y la ideología puritana estaba expresado en el bando que encabezaba
Hillary Clinton, mientras que Trump está más ligado a los sectores luteranos, católicos
y ortodoxos. Los calvinistas que son los que se consideran espiritualmente
superiores, y que desde los tiempos de Oliver Cromwell en el siglo XVII tienen
tendencia a asociarse al sionismo, fenómeno religioso y político que también
asume una superioridad espiritual, racial y cultural, han apoyado a Carter, Reagan, George Bush, Bill
Clinton, George W. Bush, Obama, y en las pasadas elecciones dieron sus votos a
Hillary, que es una de ellos.
Pero volvamos a la política domestica
norteamericana. Decíamos que se viene de unos años realmente muy malos para las
grandes mayorías, con desempleo creciente, cierre y relocalización de fabricas,
donde el Estado ha intervenido y se ha endeudado para inyectarle mas dinero, a
los Bancos, donde en términos nominales se ha recuperado en algunos niveles de
la crisis de 2008, pero si se mira bien, la participación del Trabajo en el PBI
ha disminuido, los ricos se han vuelto más ricos, y la desigualdad creció. Las
propuestas redistributivas de Obama no fueron tales, la reforma del sistema de
salud quedo bastante a mitad de camino y con la sospecha de que en el medio se
beneficiaba a las aseguradoras privadas, mientras que Hillary venia por más,
con el plan de privatizar el sistema de seguridad social. Se venía registrando
un aumento de la violencia social y cierta crisis en la seguridad ciudadana,
que Trump supo explotar y agitando el vínculo de la inmigración con los hechos
de delincuencia, pero no es menos cierto que Obama se fue con el record de
deportaciones. Por lo que sostenemos que
el triunfo de Trump, expresa la crisis económica y social en su país. Sus votantes no votaron en contra
de los inmigrantes, ni movidos por la islamofobia, ni en contra de las minorías, que por cierto en gran número
apoyaron a Trump, votaron en contra del Neoliberalismo. ¿Boicotear su gobierno, a quién beneficia?
Atención, no se nos escapa que el
programa para la recuperación económica que platea Trump, es el del “Incentivo
a la Oferta”, o sea apunta a bajar los impuestos, y costos laborales de las
corporaciones que decidan invertir en EEUU. Así planteado nada bueno puede
surgir de este tipo de propuestas. Pero al parecer también tiene en mente otro
tipo de incentivos, o por lo menos son los únicos que hasta el momento le
conocimos: llamar a la Ford y a la empresa Carrier, y apretarlas para que no
instalen su producción en México, y que lo hagan en territorio norteamericano
bajo apercibimiento de que les impondría
aranceles tan altos para ingresar sus bienes a los EEUU que perderían
competitividad. Es otra forma de incentivar a la oferta y la generación de
empleo, desde una perspectiva nacional y popular, ¿podríamos estar en contra de
una actitud de esta naturaleza? Por otro lado, plantea un aumento del salario
mínimo, bajar el precio de los medicamentos, programas para las personas en
situación de calle y reformas fiscales para los pequeños contribuyentes. Esto
sumado a un ambicioso proyecto de inversión en
obra pública y planes de viviendas. Por último a destacar: una reforma
del sistema financiero que apunta a dividir la banca tradicional de los bancos
de inversiones, con el objetivo de evitar las especulaciones riesgosas de los
primeros. Claro que esto no tiene mucha
prensa, pero ya a esta altura podemos afirmar que o tiene éxito y realmente se
apoya en los sectores mayoritarios, o no va a durar.
Respecto de los medios de comunicación,
mucho mas no hace falta agregar de un presidente que está enfrentado
directamente con ellos. Sabemos que los medios masivos son el partido político
de los poderes concentrados, y los han atacado desde el inicio. Si, es de hacer
notar la táctica de Trump de prescindir de ellos, de esa “inter-mediación” para
su comunicación, apoyándose en las redes sociales.
Pasemos a la Política Internacional
Aquí también los análisis tradicionales
incurren en presentar a Trump, como una línea dura y belicista en política
exterior. Cuando los verdaderos halcones, son los que perdieron las elecciones.
Incluso algo más que Obama, ya que Hillary
Clinton, con colaboradores de la calaña de Jeffrey Feltman, Samantha Power,
Madeleine Albright, Victoria Nuland, los generales Petraeus y Allen, todos
miembros o cercanos a los que se conoce como el “Proyecto Para un Nuevo Siglo
Americano”, llegaban incluso a conspirar a sus espaldas para precipitar un
conflicto con la Federación Rusa, aunque si coincidían con el ex presidente y
el secretario de Estado John Kerry en el resto de la política exterior: Fueron
los responsables de las intervenciones y devastación de Libia, de sabotear la
restauración de Irak, fueron los que estuvieron detrás de la manipulación
conocida como “Las Primaveras Árabes”
orquestadas a través de la Hermandad Musulmana, madre de todas las
organizaciones terroristas, con vínculos con las agencias de inteligencia
norteamericanas e Inglesas desde los años `50 y con quienes Hillary Clinton, al
parecer como nos enteramos, intercambiaba mails. Por supuesto protagonistas en el plan de
destrucción de la Republica Árabe de Siria, en un plan que contemplaba la
partición de su territorio junto con el de Irak, para cambiar el mapa de medio
oriente, favoreciendo la geopolítica de Israel, Turquía (que al parecer, ahora,
se estaría dando vuelta), las monarquías sunitas del golfo, por supuesto los
intereses energéticos de EEUU y la UE, debilitar el bloque Chiita o cercano a
Irán y Rusia, y dificultar el accionar de la Republica Popular China en la
región en su búsqueda de recursos y fundamentalmente en la construcción de la
que se conoce como la “nueva Ruta de la Seda”, (una de las dos) rutas
comerciales terrestres que unen el Territorio de China con Occidente,
particularmente con la UE. La otra ruta de la seda es por el norte, e involucra
a Ucrania. Por supuesto que los halcones en su versión demócrata fueron los
responsables de la crisis en ese país, y obstruir esa vía comercial estaba en
los planes, aunque también inciden, por supuesto intereses más concretos y en
relación a la Federación Rusa, como señalaba Brzezinski: “Sin Ucrania, Rusia
deja de ser un imperio Euroasiático” forzar el quiebre entre estos países
responde a intereses energético y a esas razones geopolíticas, aislar a Rusia
de Europa, y en eso trabajaron los funcionarios de departamento de Estado y las
agencias de inteligencia.
Irán, mucho se habla de la política del recién asumido
presidente respecto de la nación persa. Puntualmente se hace referencia al
nuevo secretario de Defensa, el general James Mattis, el monje soldado, quien
tiene el perfil de un intelectual de la guerra, cercano a Think Tanks bancados
por Arabia Saudita, y que en los últimos tiempos se ha dedicado a denunciar los
peligros que representa la revolución Iraní y ha llamado a hacerle la guerra.
Esto es cierto, también lo es que Donald
Trump viene denunciando el acuerdo nuclear de los 5+1 con Irán y el levantamiento de las
sanciones en su contra. Pero estará por verse cuanto se avanza en este sentido,
ya que podría complicar la relación con Rusia y la buena predisposición que se
tiene para dar solución al desastre en Siria, promovido por la anterior
administración. Recordemos que ese país aun se encuentra en pie y viene
avanzando, haciendo retroceder a los fuerzas terroristas y mercenarias,
promovidas y protegidas por EEUU y sus socios, es gracias al accionar primero
del Ejercito de la Republica Árabe de Siria, y de la colaboración de La
Federación Rusa (Siria es entre otras cosas el país donde Rusia tiene su única
base naval en el exterior, que le otorga salida al mediterráneo) junto con la
Guardia Revolucionaria Iraní y las milicias de Hezbollah.
El acuerdo con Irán que impulso Obama tenía también otra
lógica: ponerlo a competir en la producción de hidrocarburos con Rusia, y
favorecer el abastecimiento de estos recursos para aliados de los EEUU en
la región como la India, o incluso
Japón. Y en parte esto le salió bien. A
pesar de que Irán viene afianzando su relación política con Rusia y la
republica Popular China. Por lo demás hay que decir que ese acuerdo fue muy
boicoteado con una facción del anterior gobierno. Del general Mattis,
comandante del Centcom (a cargo de Medio Oriente) durante los años 2010-13,
también hay que decir que sonó bastante fuerte dentro del Partido Republicano, un
tiempo antes de la nominación de Trump, como un candidato que podría alcázar el
consenso necesario para evitar justamente la candidatura del actual presidente.
Por lo que haberle dado ese cargo dentro su gabinete debe entenderse también
desde la política.
Por otro lado es importante señalar que más allá del
secretario de Defensa, un cargo clave será el del Consejero de Seguridad
Nacional, el general Flynn, quien fuera director de la DIA, agencia de
inteligencia militar, durante el gobierno de Obama. Y que a pesar de que la
prensa le hace fama de Islamofobico, lo cierto es que se fue del anterior
gobierno, denunciando su complicidad con
el Estado Islámico (un audio recientemente filtrado de John Kerry conversando
con representantes de los “rebeldes” sirios también lo confirma). Flynn
centralizará ahora la producción de de toda la comunidad de inteligencia de los
EEUU. Además pretende llevar adelante una reforma del sistema de inteligencia, básicamente
volver a un sistema de producción de informes, en lugar de efectistas
presentaciones, y donde los analistas tengan que confrontar entre si sus
percepciones. A fin de evitar la manipulación de los tomadores de decisión.
Respecto de Israel, la posición de Trump si es
preocupante. Si bien en campaña se mostro algo zigzagueante en relación al
principal aliado (y el lobby de presión más poderoso) de los EEUU en Medio
Oriente, al comienzo de su gobierno, por lo menos en las declaraciones se ha
mostrado bastante cercano. Sobre todo a partir de un episodio en los días
finales del gobierno de Obama, cuando su gobierno se abstuvo en la votación del
Consejo de Seguridad de la ONU, y dejo en pie la resolución de ese organismo
que condena los asentamientos ilegales en palestina. Más allá de que la abstención en la ONU,
pueda entenderse como “un gusto personal” que se dio Obama, quien había
mantenido una muy mala relación con Netanyahu, su par Israelí, fundamentalmente
por el acuerdo con Irán, y con la intención de dejarle ese problema a su
sucesor, un apoyo explicito de los EEUU a la expansión israelí, sería un gran
problema.
De cualquier manera, la visión en política internacional
que se perfila en el gobierno de Trump, es la de volver a la Escuela Realista,
que en grandes términos, defiende la idea de un orden internacional en Base a
los Estados Nación y que había sido relegada en los últimos años por la
“democratización global” llevada adelante por los Neo Con y los Liberales.
China. Es el actor
que se perfila como el principal “enemigo” a enfrentar en el gobierno de Trump.
En el marco del regreso de los conflictos o las dinámicas entre “grandes
poderes”, y atendiendo a las capacidades que viene desarrollado el gigante
asiático, EEUU es probable que busque impedir que China se convierta en un
hegemon en el continente asiático, por lo que deberá contar entonces con sus
vecinos, algunos como Japón, principalmente, aliados de los EEUU, o países de
menores capacidades como Vietnam, Malasia o Singapur (por el momento no podrá
contar con Filipinas, con una posición cercana a China tras el cambio de
gobierno) que mantienen diferendos territoriales con China, buscarán
abroquelarse en conjunto, para resistir ser “absorbidos” por el crecimiento
económico y la expansión de este ultimo y bregar por que se refuerce la
presencia militar norteamericana, funcionando como contrapeso. Por lo que el mar del sur de
la China puede ser el escenario de mayores conflictos en los próximos años.
China que viene desarrollando en los últimos años su marina, buscara asegurarse
en control de ese zona, custodiada por la Séptima Flota de los EEUU, que se es
vital como zona de tránsito (de recursos energético y alimenticios) y fuente de
recursos energéticos. Sin embargo la
disuasión nuclear, va a seguir funcionando entre los dos grandes, aunque si se
pueden esperar algunas escaramuzas, o Guerras Proxy, como se les dicen.
Pero la verdadera guerra que se espera es la guerra
comercial entre ambos. Pero ¿cómo puede pensarse una competencia de este
estilo? Los Estados Unidos no podrían nunca estar en condiciones de competir
con los costos laborales de China, una
de sus principales fuentes de su “competitividad” aunque no es la única (ha
avanzado muchísimo en desarrollo científico tecnológico, por dar un ejemplo),
pero el hecho es que aun los Estados Unidos bajando el precio de su mano de
obra, se estaría infligiendo un gran daño, pues afectaría la capacidad de
consumo de su propia población, de su propio mercado. Por lo que lo que puede
esperarse, es la vuelta al proteccionismo económico y a sistemas de aranceles
(como el programa de sus padres fundadores), en ese caso, perdería “autoridad
moral” para querer imponerle al resto del mundo y a países menos desarrollados
la apertura comercial y el libre mercado. Se podría dar paso de esa manera a un
mundo donde cobren mayor relevancia, los Estados Nación, las políticas
regulatorias, y los bloques regionales. Cosa que no estaría nada mal.
Respecto de América Latina, lo que podemos señalar está
muy relacionado con lo anterior. Una de las primeras medidas que tomó, tal como
lo había anunciado en campaña, fue retirarse del TTP. Y es la mejor noticia
para la región, por lo menos desde octubre 2015. Los gobiernos
neoliberales de Macri, Temer y Peña
Nieto, por nombrar los más característicos, esperaban y se habían pronunciado por el
triunfo de H. Clinton. El giro hacia el proteccionismo económico, la suba de
las tasas de interés, les nubla aun más el panorama a gobiernos que apostaban
al libre mercado, la movilidad de capitales frescos (y volátiles) en la región
y al parecer demoraría aun más la tan esperada lluvia de inversiones. Claro
que siempre existirán los intereses permanentes de los EEUU para el continente,
como el de mantenerlo como mercado cautivo, o el de considerarlo su hinterland,
su terreno interior, por lo que debe asegurarse de que sea un territorio libre
de “Amenazas” para su seguridad. El nombramiento de John Kelly, ex jefe del
Comando Sur, despierta fundadas alertas, sobre todo después de las
declaraciones respecto de su preocupación de que las vías del narcotráfico para
el abastecimiento del mercado de los EEUU, sean utilizados por organizaciones
Terroristas. Aun así, por supuesto que la responsabilidad de suscribir acuerdos
que vulneren la seguridad y la soberanía de nuestras naciones, queda del lado
de nuestros gobiernos. Un buen parámetro será ver cómo evoluciona el acuerdo de
Paz en Colombia, si el gobierno de los EEUU se propone o no Boicotearlo,
permanece también la duda sobre el destino de la relación con Cuba, es difícil
pensar que vaya a retroceder desde donde avanzaron, aunque el lobby anti
castrista es muy fuerte, y fue importante para su victoria en Florida.
Venezuela, así mismo, será una muestra de lo que viene. De momento el
Presidente Maduro se mostro confiado de iniciar una nuevas conversaciones, y
“pasar de pagina” respecto de la pésima relación mantenida con los gobiernos anteriores,
valiéndose del discurso inaugural de Trump donde indicó que iniciará una nueva etapa de no
intervención en los asuntos internos de otros país. De cualquier forma, el gobierno de Trump se
deberá esforzar si pretende ser más dañino para los países de Nuestramerica y
superar la serie de intervenciones operadas por los gobiernos demócratas en
Honduras, Paraguay, Brasil y las mismas operaciones contra el gobierno de
Cristina Fernández de Kirchner.
Podemos concluir entonces, que la presidencia de Trump
se manifiesta como el producto de la crisis económica, social y política en su
país. Las líneas que se perfilan en su gobierno, son claramente una ruptura con
el ideario neoliberal que parecía hegemónico, y que tendrá grandes consecuencias,
tanto al interior de su país, como en el sistema internacional. Claro que sus
propuestas de nacionalismo y proteccionismo económico, sumadas a la de plantear
la no intervención en cuestiones domesticas de otros países y pasar a un
sistema de competencia, pero enmarcado en la estabilidad que proporcionan los
Estados Nacionales, no va a ser aceptada sin desatar resistencias, incluso
desde los poderes facticos enquistados en su propio Estado, lo que se conoce
como el Deep State, o el Estado profundo. Una clara manifestación de esto, fue la
transición de gobierno, que se dio en un clima muy raro, y con una operación,
ni más ni menos, que de la CIA, tendiente a deslegitimar la elección, y por lo
tanto deslegitimar y condicionar el gobierno que estaba por comenzar. A esto se
le suman formas de desestabilización que ya conocemos en nuestros países, con
la novedad de que ahora se están dando en el propio Estados Unidos: bombardeos mediáticos, reproducción y
multiplicación del supuesto creciente descontento, al que se le puede sumar
aumento del conflicto social, movilizaciones (cacerolazos) en las grandes
ciudades (que hacen eje en el terreno sociocultural donde se mueve el
liberalismo que mencionamos más arriba), y de ser necesario, ante un congreso
de lealtades para nada solidas, siempre estará disponible el recurso al
Impeachment.